domingo, julio 19, 2015

Señales del agua

De todxs es sabido que el agua permite nuestra existencia y que sin ella nuestra vida no sería posible. Lo que me sorprende es el caso omiso que se le está haciendo a múltiples señales que los ecosistemas nos están lanzando respecto a la gestión, mala gestión o no gestión que estamos haciendo de los ecosistemas. 

Tenemos ejemplos de tormentas de polvo y de los siniestros efectos que provocaron durante la Dust Bowl en USA, ¿a nadie le alarma que en Lleida se produzcan tormentas de arena? Si sabemos que las plagas de conejos provocaron pérdida de vegetación y que sin vegetación la tierra no retiene el agua de lluvia, ¿a nadie le preocupa que los bosques de Torrebonica en Terrassa arrasados después de las rachas de viento mortales de diciembre del año pasado estén plagados de conejos?

En Australia, fue un cazador quien introdujo conejos para cazar, especie invasora que causó graves consecuencias en los ecosistemas probablemente irreversibles en la escala temporal de la vida humana. ¿Tenemos que esperar a que no nos quede agua para importarla en barcos o hacer canalizaciones que desertifican otras regiones para ejercer más presión sobre un territorio determinado y no favorecer asentamientos equilibrados en todo el territorio?
¿Es tan difícil entender que los ecosistemas no se limitan al consumo de agua de una ciudad que empiezan con las lluvias, con la capacidad de la vegetación para retener la humedad y provocar más lluvias?

¿Tanto cuesta entender que la contaminación que producen nuestros coches, aires acondicionados, industrias y calefacciones provocan lluvias ácidas que aunque no caigan sobre nuestra ciudad caerán en otras zonas más pluviosas que son nuestras reservas de agua y que si son ácidas destrozan bosques y vegetación y por lo tanto llueve menos?

Sí, este es un artículo de opinión, ni contrastado ni fundamentado con lecturas que ahora mismo tenga en mente, pero recuerdo los libros Colapso de Jared Diamond, Ecocidio de Franz Broswimmer o Primavera Silenciosa de Rachel Carlson que deberían ser libros de cabecera para cualquiera. 

¿Seguiremos haciendo caso omiso a las señales y moriremos en nuestro síndrome de rana hervida?

Por cierto, ¿nadie se ha dado cuenta del frescor que emiten los bosques y el bien que harían en las ciudades en lugar de tener plazas asfaltadas, adoquinadas o con un cesped consumidor de agua?