jueves, julio 19, 2007

El bosque que llora: imposición de leyes disociativas


"A veces llevábamos bastante jebe y a veces no. Cuando veíamos que la aguja de la balanza no se paraba, nos arrojábamos al suelo y esperábamos que el látigo nos mordiera las espaldas. Ya no éramos estúpidos. Habíamos aprendido. Habíamos aprendido muchas cosas. Hacíamos las bolas pesadas. Poníamos en ellas arena y piedras. Nos robábamos el jebe el uno al otro. Ya no había paz en la Casa Grande del pueblo de los mayanes. Esperábamos que murieran los enfermos para arrebatarles el jebe. Si los enfermos no morían solos, los más fuertes los mataban y les quitaban su jebe. No parecíamos huitotos de la misma tribu. Éramos como enemigos y caimanes que luchan por un pedazo de fétida carne en las arenas del río."

El bosque que llora, Vicki Baum (pág. 265)



Una y otra vez se repite. Las personas que ostentan poder dominan a las que no lo tienen. En los inicios las torturaban y mataban para conseguir explotarlas, después empezaron a convencerlas de que necesitan educación, bienes materiales, etc. De esta forma siempre dominan y después les hacen sentir que sólo las más fuertes conseguiran lo mejor, que no hay suficiente para toda la humanidad. De este modo, se consigue enfrentar a las personas, que exista miedo, odio y que se anule la cooperación.

La educación también es decisiva y el control de esa educación, de la historia, de los valores transmitidos son los que deciden el rumbo de la sociedad. Invertir en una educación competitiva es garantía de diferencias, miedos, odios, codicia, malestar...

La cooperación entre las personas es la única que puede conseguir resultados beneficiosos para toda la humanidad, es la única que puede impedir la disociación impuesta a la conveniencia de personas sin escrúpulos que inventaron y mantienen un engranaje perfecto de engaño para toda la humanidad.

Podemos seguir siendo víctimas o esclavos de ese sistema o cambiarlo, todas las personas sabemos qué está bien y qué está mal, cuando colaboramos o cuando seguimos las normas y el juego de nuestra sociedad. ¡Basta!

Dentro de unos años, nos escandalizaremos ante las torturas a las que nos exponemos sin rechistar en nuestros días. Un día cooperaremos y ese es nuestro futuro. No puede existir ningún otro.

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